Un Mensaje a la Conciencia
[email protected] (Hermano Pablo y Carlos Rey)
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«¿Cuál es la religión que debo escoger?»
Un Mensaje a la Conciencia
11/17/21 • 4 min
En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net, autorizándonos a que la citáramos:
«No me siento bien; me siento sola. Por eso quiero entregarme a Cristo, pero no sé cómo.
»Me gustaría saber cuál es la religión que debo escoger. Por favor, ayúdenme.»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»¡Qué buen consejo el que nos pide! Corresponde a una de las inquietudes más comunes de todos los siglos.
»En una ocasión se encontraba Jesucristo al mediodía cerca de un pozo en las afueras de Samaria, una región en la ribera occidental del río Jordán. Jesús y sus seguidores tenían hambre, así que Él los había mandado al pueblo para que compraran comida. Él se quedó al lado del pozo para conversar con las personas que llegaran a sacar agua. Poco después se acercó una mujer que se sorprendió cuando Jesús le pidió que sacara un poco de agua para que Él tomara. En la conversación que surgió a raíz de esa petición está la respuesta a su inquietud respecto a cuál religión debiera escoger....1
»En la conversación que sostuvo con la mujer, Jesús dejó en claro que la manera de tener una vida plena en este mundo y vida eterna en el cielo no era escoger un sistema religioso. Es más, durante su breve vida en este mundo, Jesús criticó más que cualquier otra cosa los sistemas religiosos y las personas que los practicaban. Así que la respuesta a su inquietud, amiga querida, es: ¡No escoja una religión!
»Más bien, lo que Jesús le dijo a aquella mujer y lo que nosotros le diríamos a usted hoy es que escoja una relación, es decir, una relación personal con Dios. ¿Qué queremos decir con eso? Que comience a hablar con Dios usted misma dándole a entender que quiere cultivar una relación íntima con Él. Que reconozca ante Él que usted no es santa como es Él, y que quiere que Él perdone sus pecados, que la han separado de Él. Y que permita que Él le hable mientras usted lee y medita en la Biblia. Al dedicarle tiempo a la lectura de la Biblia y a la oración, Dios le ayudará a saber qué decisiones tomar en el futuro.
»El camino que conduce a una vida plena en este mundo y a una eternidad en el cielo es a través de un peregrinaje diario que se propone tener una relación íntima con Dios. Hay muchas actividades que le ayudarán en su peregrinaje, incluso el encontrar a otras personas que hayan emprendido el mismo viaje y aprender de ellas. Tales personas se encuentran a veces en iglesias que enseñan la Biblia, pero también las encontrará prácticamente adondequiera que vaya. Los genuinos seguidores de Cristo siguen el ejemplo de Él al amar y al interesarse por los demás en su nombre, y al concentrarse en cultivar una relación en lugar de una religión.
»No hay por qué esperar. ¡Comience hoy mismo su propia conversación con Dios!
»Linda y Carlos Rey.»
El consejo completo, que por falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar el enlace que dice: «Caso 24» dentro del enlace en www.conciencia.net que dice: «Caso de la semana».
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
1 | Jn 4:4-42 |
«Criminal nato, producto del alcohol»
Un Mensaje a la Conciencia
11/16/21 • 4 min
(15 de noviembre: Día Mundial contra el Abuso del Alcohol)
«Nos lanzamos a la calle, a la caza de personas que algo pueden contarnos; personajes que con su charla amena nos ayudan a la elaboración del programa La calle donde tú vives....
»Tenemos a varias personas en la “lista”.... Allí está con el número uno el nombre de un conocido periodista, escritor y cronista: Efraín de los Ríos.
»Verificamos la dirección: Colonia Centroamérica, Zona 7, Guatemala....
»Entramos frente a quien escribió la obra que lo inmortalizará: Ombres contra hombres; y otras más.... La entrevista... principia de la siguiente manera...:
»—Inicialmente, don Efraín, quisiera que... nos hiciera una semblanza del tristemente célebre criminal guatemalteco Roberto Isaac, conocido como “Tata dios”.
»—Muchas gracias, joven amigo.... Tuve la oportunidad de tratar a “Tata dios” por espacio de seis años con veintidós días, tiempo que permanecí prisionero en los callejones de la Penitenciaría Central.
»”Roberto Isaac era un hombre alto de casi dos metros, blanco, de mediana ilustración, franco, interesado y un artista para trabajar el hueso y el cacho.... ‘Tata dios’ es el ejemplo más claro de la criminalidad producida por el alcoholismo. Una vez yo, aburrido del callejón de los políticos, me fui a platicar con él en el lugar donde tenía su mesa de trabajo y lo encontré risa y risa. ‘¿Por qué se ríe, don Beto?’, le pregunté; y él me contestó: ‘Callate, vos; le estaba contando a los muchachos que cuando yo salga de aquí ya no voy a chupar porque eso es malo, ¿verdad, vos?’ Y se rió burlonamente. ‘¿Y por qué, don Beto?’, le pregunté. ‘Fijate, vos —me dijo—. Me tomo el primer trago muy contento; me tomo el segundo mejor; pero al tercero empiezo a calentarme, y al cuarto luego me entran ganas de meterle el cuchillo a un cristiano. ¿Verdad que no está bueno eso, vos?’
»”... ‘Tata dios’..., criminal nato, producto del alcohol, era verdugo; era él llamado a azotar a los presos y torturarlos. Una vez había vapuleado a un pobre preso, y al otro día [pasa] por la bartolina donde el otro infeliz [está] tomando el sol, y tiene el cinismo de decirle —eso lo presencié yo—: ‘Ydiay, vos, ¿qué te pasó? Ahi te dejo unos tus cigarros.’
»”Una frescura, un sadismo desconcertante y frío.1
Tiene toda la razón el periodista Efraín de los Ríos en esta entrevista que le concedió a su joven colega guatemalteco Héctor Gaitán, publicada en la versión impresa de La calle donde tú vives, Tomo 2: Los efectos del alcohol son graves y pueden llegar a ser criminales, tal como don Efraín lo atestiguó en el caso de Roberto Isaac. Es que en aquel criminal apodado «Tata dios» se cumple el siguiente «dicho de los sabios» publicado en el libro de los Proverbios, uno de treinta dichos inspirados por el verdadero «Tata Dios», que creó el cuerpo humano:
¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
¿De quién son las heridas gratuitas?
¿De quién los ojos morados?
¡Del que no suelta la botella de vino
ni deja de probar licores!No te fijes en lo rojo que es el vino,
ni en cómo brilla en la copa,
ni en la suavidad con que se desliza;
porque acaba mordiendo como serpiente
y envenenando como víbora.2
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
«Son unos pobres diablos»Un Mensaje a la Conciencia 11/15/21 • 4 min (Día Mundial contra el Abuso del Alcohol) «... Sí, me llamo Eduardo... y... yo lo conozco a usted desde la época en que empezó a encontrarse con mi madre en [este] café.... Hace tiempo que yo tenía ganas de hablar con usted.... Porque tengo la impresión de que usted es un buen tipo. Y mamá también era buena gente. No hablábamos mucho ella y yo. En casa, o reinaba el silencio, o tenía la palabra mi padre. Pero el Viejo hablaba casi exclusivamente cuando venía borracho, o sea casi todas las noches, y entonces más bien gritaba. Los tres le teníamos miedo: mamá, mi hermanita Mirta y yo. Ahora tengo trece años y medio, y aprendí muchas cosas, entre otras que los tipos que gritan y castigan e insultan son en el fondo unos pobres diablos. Pero entonces yo era mucho más chico y no lo sabía.... »Usted apareció hace un año y medio, pero el Viejo se emborrachaba desde hace mucho más, y no bien agarró ese vicio nos empezó a pegar a los tres. A Mirta y a mí nos daba con el cinto —¡duele bastante!— pero a mamá le pegaba con el puño cerrado.... »... Antes de que usted apareciera, yo había notado que [mamá] cada vez estaba más deprimida, más apagada, más sola.... Usted la quería. Y... ella se merecía que la quisieran.... »Claro que al Viejo también trato de comprenderlo. Es difícil, pero trato. Nunca lo pude odiar, ¿me entiende? Será porque, pese a lo que hizo, sigue siendo mi padre. Cuando nos pegaba a Mirta y a mí, o cuando arremetía contra mamá, en medio de mi terror yo sentía lástima. Lástima por él, por ella, por Mirta, por mí. También la siento ahora, ahora que él ha matado a mamá y quién sabe por cuánto tiempo estará preso.... »Estoy seguro de que papá no habría hecho lo que hizo si no hubiese estado tan borracho.... ¿Usted cree que, de todos modos, hubiera matado a mamá esa tarde en que, por seguirme y castigarme a mí, dio finalmente con ustedes dos? No me parece. Fíjese que a usted no le hizo nada. Sólo más tarde, cuando tomó más grapa que de costumbre, fue que arremetió contra mamá. Yo pienso que, en otras condiciones, él habría comprendido que mamá necesitaba cariño, necesitaba simpatía, y que él en cambio sólo le había dado golpes.... »... Cuando usted se me acercó y me invitó a tomar un capuchino con tostadas, aquí en el mismo café donde se citaba con ella, yo sentí que tenía que contarle todo esto.... Ahora estoy seguro de que hice bien. Porque usted está llorando y, ya que mamá está muerta, eso es algo así como un premio para ella, que no lloraba nunca.»1 Así termina el triste cuento titulado «Réquiem con tostadas» del escritor uruguayo Mario Benedetti. Además de la enseñanza que nos deja respecto a las trágicas consecuencias del alcoholismo, hay una lección importante que podemos aprender al comparar la actitud de Eduardo con la de Dios en cuanto al padre de Eduardo. Tanto Dios Padre como Eduardo se esfuerzan por comprender «al Viejo» alcohólico y no lo desprecian. Pero Eduardo le tiene lástima, mientras que Dios le tiene compasión, por lo que le ofrece perdón si se arrepiente de todo corazón y le permite que cambie por completo su manera de pensar a fin de que cambie también su manera de actuar.2 Es que hace tiempo que Dios tiene deseos de hablar con él, de modo que pueda cultivar con él una relación estrecha como la que tiene con cada uno de sus hijos. Carlos Rey
No basta ser buenoUn Mensaje a la Conciencia 08/16/21 • 4 min Publio Clodio Pulcro, uno de los caudillos de la última república romana, estaba perdidamente enamorado de Pompeya, la esposa del Cónsul Máximo. Al no hallar otro medio para acercarse a ella, recurrió a la treta de disfrazarse de mujer y asistir así, en casa del César, a la fiesta de la Diosa Buena, donde no podían entrar los hombres. Con todo, el enamorado galán fue descubierto, pero logró escapar. Cuando el César se enteró de lo sucedido, decidió no acusar a Pompeya de complicidad, como si ella de antemano supiera del asunto, sino repudiarla con palabras que habrían de hacerse proverbiales. «A la mujer del César —dijo— no le basta ser honrada, sino que además tiene que parecerlo.» De allí el refrán que dice: «No basta ser bueno, sino parecerlo.»1 Esta anécdota de la insigne pluma del historiador Plutarco nos da a entender que se puede ser bueno y parecer malo, o ser malo y parecer bueno. Es decir, vale más lo que se percibe, que la realidad misma. Las impresiones que damos son tan poderosas que debemos tener sumo cuidado con ellas. En cambio, a Dios nunca le han preocupado las apariencias. «La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón», le dice Dios al profeta Samuel.2 A Él las apariencias no le preocupan en absoluto porque conoce hasta las intenciones de nuestro corazón. Aquel que nos creó con esta naturaleza humana jamás ha necesitado investigar nuestro carácter ni examinar nuestros antecedentes penales. Jamás ha perdido el tiempo dudando de nuestra sinceridad ni percibiendo lo que no es, porque Él siempre percibe lo que es. ¡Él sólo percibe las cosas como son en realidad! Nos conoce al derecho y al revés. Él sabe si de veras somos buenos. Es más, sabe que no hay nadie bueno de por sí. Porque Él está consciente de lo que mueve al salmista David a que afirme que «no hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!»3 Y para colmo de males, sabe que tiene razón el profeta Isaías al juzgar que «todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia».4 Luego de que le llevan niños a Jesucristo para que los toque, y él los abraza y los bendice, un joven rico llega corriendo y se postra delante de él. »—Maestro bueno —le pregunta—, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? »—¿Por qué me llamas bueno? —responde Jesús—. Nadie es bueno sino sólo Dios.5 Con eso Jesús da a entender que hace falta que abandone toda noción de bondad personal y de riqueza propia. Sólo así es posible que aquel joven rico lo siga y se contagie de su bondad divina. Es que no hay nadie lo bastante bueno como para merecer la entrada al cielo. Por eso Dios nos concedió a todos entrar de la misma manera: mediante su bondad infinita, por la que dio su vida por el mundo pecador. Basta con que nos apropiemos de ese acto de bondad suprema con que nos salva. Así jamás tendremos que volver a preocuparnos por parecer buenos, porque sabremos que lo somos sólo por los méritos de Cristo, el Único que es bueno por naturaleza. Carlos Rey
Descanso a plena luzUn Mensaje a la Conciencia 03/17/23 • 4 min (Día Mundial del Sueño: Viernes antes del equinoccio de marzo) Los indios cashinahua no daban por sentado el descanso, porque el sol no dejaba de alumbrar sobre ellos. Irónicamente, por la falta de oscuridad, carecían también de paz. Hartos y exhaustos de la luz del día, fueron al ratón y le pidieron prestada la noche. Lamentablemente, la oscuridad que les produjo la noche del ratón no les alcanzó sino para comer y conversar un rato frente a la hoguera, pues no habían acabado de acomodarse en las hamacas cuando comenzó a rayar el alba. Fueron entonces y le pidieron prestada la noche al tapir. La oscuridad que les brindó la noche del tapir fue encantadora. Bajo su cobertura se dieron el lujo de dormir a pierna suelta y disfrutaron del sueño que tanto habían anhelado. Durmieron y durmieron, y por fin despertaron, reanimados por completo, pero también desconsolados al darse cuenta de que durante su largo sueño las malezas del monte habían invadido sus cultivos y arrasado sus casas. No tuvieron más remedio que seguir en busca de la noche ideal. Después de muchos intentos, probaron la del armadillo y se convencieron de que ésa era la noche precisa para ellos. De modo que se la pidieron prestada sin intención alguna de devolvérsela jamás. Por eso, despojado de la oscuridad de la noche, el pobre armadillo duerme de día.1 Esta imaginativa leyenda de los cashinahua resalta la importancia del descanso. Si nosotros, al igual que ellos, de veras queremos disfrutar del descanso ideal, nos conviene tomar en cuenta lo que dice al respecto el Dador del descanso. A Él le pareció tan importante que, siendo el Creador del universo, nos dio ejemplo de descanso al reposar de sus obras el séptimo día de la creación, y luego ordenó que nosotros también observáramos un día de reposo. Por eso inspiró al escritor a los hebreos a que escribiera lo siguiente en una sección que los traductores han titulado «Reposo del pueblo de Dios»: «A nosotros... se nos ha anunciado la buena noticia.... —nos explica—. En tal reposo entramos los que somos creyentes.... Sin embargo, todavía falta que algunos entren en ese reposo.... Por eso... queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo....»2 Estas palabras nos dan a entender que Dios quiere darnos el boleto de entrada a ese descanso eterno para que, al igual que el legendario armadillo de los cashinahua, podamos descansar a plena luz del día, despojados de las tinieblas del pecado que nos separa de Él. Pidámosle que su luz divina disipe esas tinieblas. Así podremos trasladarnos un día no muy lejano al lugar ideal que nos está preparando, a la Nueva Jerusalén, donde ya no habrá noche, y no necesitaremos luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios nos alumbrará, y descansaremos con Él por los siglos de los siglos.3 Carlos Rey 1 Eduardo Galeano, Memoria del fuego I: Los nacimientos, 18a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1991), pp. 9-10. 2 Heb 4:1-11 3 Ap 22:5 Ratoneras de la vidaUn Mensaje a la Conciencia 06/03/24 • 4 min Largo rato atisbó la llegada de la joven. Sabía que todas las noches, a las diez en punto, regresaba del trabajo. Era una joven bella, atractiva, verdadera flor de Málaga, España. Tal como él lo esperaba, la joven llegó. Tan pronto como ella abrió la puerta y entró, él se abalanzó sobre ella. Sin embargo, las cosas no salieron bien. José Olmedo, el asaltante, se vio en una ratonera. La señorita alcanzó la puerta de su apartamento y escapó. Olmedo se encontró de pronto en una situación difícil. Ninguna puerta se abría a menos que pulsara el código. Dentro del vestíbulo del gran edificio de apartamentos, el joven, de veintidós años, fue arrestado por la policía. Le llamamos «ratonera» a una situación que no tiene solución. También se le llama «callejón sin salida» y «punto sin retorno». Se trata de una de esas condiciones imposibles de la vida. La gran mayoría de ellas, como en el caso de Olmedo, las producimos nosotros mismos con nuestros errores y nuestros excesos. Pero a veces, por esas situaciones ingobernables de la existencia, se producen solas. En todo caso, son circunstancias que nos atrapan en una ratonera de la vida, sin puerta de escape, sin socorro y sin protección. ¿Realmente hay ratoneras? ¿Hay situaciones insolubles? No, no las hay. Cuando todo recurso se ha agotado, siempre queda Dios. Y no es que Dios haga caso omiso del pecado. Él cambia el corazón humano. Su invitación es franca, firme y segura. He aquí las palabras de Cristo: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mateo 11:28). Nuestro mayor problema no es un callejón sin salida. Es el no acudir a Dios cuando todas las puertas se han cerrado. O tratamos, debido a nuestro orgullo, de resolver nuestro propio dilema, hundiéndonos más en el problema, o cedemos a la depresión que, para colmo de males, nos lleva a considerar el suicidio. Solos no podemos salir de la ratonera. Sin embargo, Jesucristo espera nuestro clamor. Él está siempre listo para socorrernos y quitar las angustias que nos consumen. La vida siempre nos va a presentar situaciones imprevistas, problemas, al parecer, insolubles. Vivimos en un mundo lleno de corrupción. Pero Cristo quiere ser nuestro Salvador. Pongamos nuestro problema en las manos de Dios. Entreguémosle a Él esa dificultad que nos está consumiendo. A Dios nada puede sorprenderlo ni amedrentarlo. Él es Dios, y puede socorrernos. Basta con que le digamos: «Entra, Señor, a mi corazón.» Hermano Pablo «Cada día lo veo más decaído»Un Mensaje a la Conciencia 01/20/22 • 4 min En este mensaje tratamos el caso de un hombre que «descargó su conciencia» de manera anónima en nuestro sitio www.conciencia.net y nos autorizó a que lo citáramos, como sigue: «Mi mejor amigo de la infancia está pasando por un mal momento. Se siente angustiado por su futuro. Está cansado de su trabajo, y la relación con su mamá y su padrastro no es buena. En varias ocasiones ha estado muy deprimido. Una vez hasta quiso suicidarse. »Yo intenté ayudarlo. Lo aconsejé y le hablé sobre la paz que Dios puede darle. Le hablé de Cristo, pero creo que no me toma en serio. No sé qué más puedo hacer. Cada día lo veo más decaído. Lo único que le da felicidad es cuando hacemos deportes juntos los fines de semana. »No quiero darme por vencido. Su vida me preocupa tanto como si fuera la mía. ¿Qué estoy haciendo mal?» Este es el consejo que le dio mi esposa: «Estimado amigo: »Su amigo debe sentirse bendecido por tenerlo a usted en su vida. Es posible que ese vínculo de amistad sea lo que lo esté impulsando a seguir adelante. El solo hecho de tener a una persona de confianza con la que se siente seguro es algo muy valioso que usted está aportando. »Lamentablemente, no podemos responder a su pregunta sobre qué está haciendo mal porque usted no nos ha dicho nada que esté haciendo mal. Al parecer usted cree que, si pudiera alinear sus palabras y sus consejos, entonces su amigo podría salir de la depresión en la que ha caído. Tristemente, así no se resuelve. Usted puede acertar en todo lo que dice y apoyarlo de todos los modos posibles, y sin embargo descubrir que él sigue deprimido. »No hay manera de que sepamos si su amigo está deprimido a causa de ciertas situaciones en su vida, o si tal vez sufra de depresión clínica a causa de un desequilibrio de las sustancias químicas en su cerebro. Sólo un médico puede diagnosticar la depresión clínica, así que le recomendamos que trate de convencer a su amigo de que consulte a un médico. Él debe decirle al médico cómo se siente y contarle acerca de los pensamientos de suicidio. Cualquiera que sea el diagnóstico del médico, ya sea que prescriba medicamentos o recomiende una consulta con otro médico, usted debe animarlo a que lo haga. »Aunque es difícil de comprender, la depresión no responde a la lógica. Usted puede, con acierto, presentar todos sus argumentos y tener todas las respuestas adecuadas, sólo para descubrir que la depresión ha interpuesto un muro entre los pensamientos negativos de su amigo (que él acepta como ciertos) y lo que usted le está aconsejando (que a él no le parece realidad).... »Dios puede valerse de las palabras de usted de modo que resuenen en el cerebro de su amigo y apelen a su conciencia día tras día. Pídale a Dios que le ayude a ser ejemplo de la confianza que se siente a raíz de poder confiar en Él. Es más probable que el ejemplo suyo y sus oraciones tengan mejores resultados que sus palabras.» Con eso termina lo que recomienda Linda, mi esposa. Puede leerse el consejo completo si se pulsa la pestaña en www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego se busca el Caso 679. Carlos Rey «El máximo anhelo de los hombres»Un Mensaje a la Conciencia 08/11/22 • 4 min (Víspera del Natalicio de Mario Moreno «Cantinflas») «Señores representantes, estamos pasando un momento crucial en que la humanidad se enfrenta ante la misma humanidad. Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo.... »... Para mí todas las ideas son respetables, aunque sean “ideítas” o “ideotas”, y aunque no esté de acuerdo con ellas. Lo que piense ese señor, o ese otro señor... no impide que todos nosotros seamos muy buenos amigos. Todos creemos que nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir, nuestra manera de pensar y hasta nuestro modito de andar son los mejores; y el chaleco tratamos de imponérselo a los demás, y si no lo aceptan decimos que son unos tales por cuales y al ratito andamos a la greña. ¿Ustedes creen que eso está bien? ¡Tan fácil que sería la existencia si tan sólo respetásemos el modo de vivir de cada quién! Hace cien años ya lo dijo una de las figuras más humildes pero más grandes de nuestro continente: “El respeto al derecho ajeno es la paz.” ... »... No les he hablado a ustedes como Excelencia sino como un simple ciudadano, como un hombre libre, como un hombre cualquiera pero que, sin embargo, cree interpretar el máximo anhelo de todos los hombres de la tierra: el anhelo de vivir en paz, el anhelo de ser libre, el anhelo de legar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos un mundo mejor en el que reine la buena voluntad y la concordia. Y qué fácil sería, señores, lograr ese mundo mejor en que todos los hombres blancos, negros, amarillos y cobrizos, ricos y pobres pudiésemos vivir como hermanos. Si no fuéramos tan ciegos, tan obcecados, tan orgullosos, si tan sólo rigiéramos nuestras vidas por las sublimes palabras que hace dos mil años dijo aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac ni condecoraciones: “Amaos... amaos los unos a los otros.” Pero, desgraciadamente, ustedes entendieron mal, confundieron los términos, ¿y qué es lo que han hecho?, ¿qué es lo que hacen?: “Armaos los unos contra los otros.” »He dicho.»1 Así termina Cantinflas su magistral discurso en la película «Su Excelencia» en 1967, en la que protagoniza el papel de embajador en la ONU. Es «una de las pocas películas en que sus palabras no son medio de burla o calculada incoherencia sino un medio para la crítica —comenta Lis Sánchez de la Agencia Bolivariana de Noticias—. [Cantinflas] fue un defensor de las causas justas en sus cintas: amparó a los huérfanos, salvó escuelas... defendió a los pobres [y] reivindicó los oficios del zapatero, del barrendero y de los fotógrafos de plaza, entre muchos otros.... [Siendo] boxeador, torero, bailarín y artista de circo... algunos de los oficios que [ejerció] para ganarse la vida... Mario Moreno [interpretó] diversos papeles que poco a poco unificó en su más importante personaje: un hombre muy humilde vestido con harapos, con el que alcanzó la cima de la popularidad.»2 De ahí que, en su discurso en «Su Excelencia», Cantinflas primero cite como figura humilde al benemérito de su patria, don Benito Juárez, y por último cite a «aquel humilde carpintero de Galilea», el Señor Jesucristo, con palabras que fomentan el respeto y el amor mutuo que conducen a la paz. Carlos Rey
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