High Line

03/12/23 • 2 min

Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde el High Line.

Subes las escaleras que conducen al High Line, una vieja línea de tren convertida en parque elevado. Levitando sobre la ciudad, este surco de raíles, vegetación y bancos es una incisión precisa que camina paralela al río Hudson. A ambos lados hacen contorsionismo un catálogo de modernos edificios proyectados por los arquitectos más innovadores. Es uno de los mejores ejemplos de cómo la ciudad se va transformando. La luz del atardecer golpea en los edificios. A unos cuatro metros del suelo puedes ver cómo el sol se va colando entre sus ranuras, cegándote con los rayos que se escapan. Suspendido, vas avanzando desde Chelsea hasta el Midtown evitando el tráfico y el ruido. Con esta buena perspectiva, te paras para observar los rascacielos de una manera diferente.

Las únicas coordenadas que sigues son las pompas de jabón que están haciendo unos niños que caminan unos metros por delante. Una de ellas se queda flotando ante ti, suspendida en el aire unos segundos. Al poco, la burbuja explota y desaparece. Piensas en lo efímero que es todo. Y aceptas que quizás sea ahí donde radique verdaderamente la belleza. A lo mejor quienes caminan a tu alrededor también estén pensando lo mismo y se hayan contagiado. Puede que por eso ya no te saluden con el rigor que marcan los convencionalismos. Ahora van sonriendo, te miran con una expresión afable y te desean que tengas un buen día. Algo impensable hace un tiempo. Ojalá el mundo se esté convirtiendo ahora en un espacio más amigable.

Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.

Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde el High Line.

Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.

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Little Italy

Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde Little Italy.

No es habitual andar por Little Italy sin apenas visitantes. Los dos grados bajo cero que marca el termómetro no invitan a salir para cenar una pizza de pepperoni en Lombardi’s. La luna llena se asoma entre las esquinas, conforme vas dejando atrás bloques de pisos que se van cubriendo de un manto blanco. El cielo está apagado, por lo que no es fácil ver las estrellas. Al pasar por Mulberry Street, casi a la altura con Broome, me paro un momento a observar el grafiti que dibujó Tristan Eaton de Audrey Hepburn. Su serena rebeldía, la belleza que mezcla los cánones clásicos y la modernidad, su mirada directa y atrevida... Un mural de color que ilumina esta noche. Ella dibujando horizontes donde uno sólo ve fronteras.

Gestionar las emociones aquí es una partida de ajedrez: unas veces quieres mover ficha inmediatamente, otras esperas para analizar la mejor jugada. En esta ciudad de reyes y damas, de torres con forma de rascacielos y caballos que cabalgan en las vías del metro, eres peón si no puedes controlarlas. Más aún en noches frías y de luna llena, que justifican que a Nueva York también la llamen Gotham. Nunca estás preparado para una última vez con nadie. Nunca estamos preparados para una última vez y nunca lo estaremos. Más aún después de la pandemia, cuando nos cuestionamos tantas cosas. Cuando nos llegamos a plantear si habría una próxima vez con la gente que más querías. Cuando, incluso, dudabas que pudiera haber una próxima vez en Nueva York.

Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.

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Union Square

Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde Union Square.

Los sábados son día de mercado en Union Square. En el Green Market hay una gran variedad de productos ecológicos traídos directamente de la granja. Agricultores y ganaderos de los alrededores colocan sus puestecillos con lo mejor que tienen: setas que acaban de recoger, huevos recién puestos, repollo, apio, brócoli, zumos naturales, fruta de temporada, bretzels artesanales... Con el auge de lo orgánico, este mercado se ha vuelto muy concurrido. El trato es amable. La plaza huele a lavanda, un aroma que procede de uno de los tenderetes que vende plantas. «Orgánico» es la palabra más repetida en los carteles hechos a mano. Todo es artesanal, nada industrial. Tomarnos nuestro tiempo en una ciudad de ritmo tan acelerado es todo un privilegio.

Al entrar una vez más en WhatsApp, vuelves a comprobar que su estado todavía es «escribiendo». Sí, esa palabra en cursiva, con puntos suspensivos como epílogo, que puede resultar esperanzadora cuando la ves por primera vez. Pero que empieza a inquietarte cuando lleva así desde hace algunos días como si fuera un barco encallado. Tu preocupación termina al comprobar que ha subido a su Instagram un par de stories. La última vez que pulsó el botón de «enviar» fue hace casi una semana. Era su habitual «Jajaja» con el que intentaba salir de ciertas preguntas comprometedoras. Desde entonces, tratas de encontrar la causa de que se haya quedado en esa especie de limbo telefónico. Puede que el contenido de su mensaje no termine de convencerla, y le está dando vueltas a la cabeza.

Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.