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Cuentos con moraleja - 4: La tortuga y la liebre

4: La tortuga y la liebre

11/28/22 • 5 min

Cuentos con moraleja
4: Tortuga y la liebre
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Bienvenido al Podcast “Cuentos con moraleja”.
El Podcast en el que te traigo cuentos para niños y para todas edades con un pequeño análisis de su moraleja y algunos aprendizajes.
Hoy te traigo la fábula de...
La tortuga y la liebre.
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era el animal más veloz del bosque, y que se pasaba el día burlándose de la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto! Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Liebre, ¿vamos hacer una carrera? Estoy segura de poder ganarte.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy engreída, aceptó la apuesta prontamente.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera.
El búho fue el responsable de señalizar los puntos de partida y de llegada. Y así empezó la carrera:
Astuta y muy confiada en sí misma, la liebre salió corriendo, y la tortuga se quedó atrás, tosiendo y envuelta en una nube de polvo.
Cuando empezó a andar, la liebre ya se había perdido de vista.
Sin importarle la ventaja que tenía la liebre sobre ella, la tortuga seguía su ritmo, sin parar.
La liebre, mientras tanto, confiando en que la tortuga tardaría mucho en alcanzarla, se detuvo a la mitad del camino ante un frondoso y verde árbol, y se puso a descansar antes de terminar la carrera.
Allí se quedó dormida, mientras la tortuga seguía caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
No se sabe cuánto tiempo la liebre se quedó dormida, pero cuando ella se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a tan solo tres pasos de la meta.
En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás.
También aprendió que el exceso de confianza y de vanidad, es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie.
Moralejas y aprendizajes:
1- La constancia puede ganar a la habilidad innata de algunas personas. Gran secreto para conseguir casi todo. Viendo que nos acercamos aunque sea poco a poco.
2- Valoremos a cada persona por sus capacidades. La liebre no tenía caparazón por ejemplo.
3- Si te dicen algo te lo puedes acabar creyendo aunque no sea cierto
4- Si te lanzan una apuesta de forma muy segura y que parezca fácil ganar desconfía
5- No te burles de los demás.
¿Qué otros aprendizajes puedes sacar tú de esta fábula?
Si te ha gustado este episodio, compártelo, dale a me gusta y deja 5 estrellas.
Te espero en el próximo episodio.
No te olvides de suscribirte para no perderte los próximos episodios.
Soy Borja Girón.
Un fuerte abrazo.
Te quiero.
Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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Hoy te traigo la fábula de...
La tortuga y la liebre.
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era el animal más veloz del bosque, y que se pasaba el día burlándose de la lentitud de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto! Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Liebre, ¿vamos hacer una carrera? Estoy segura de poder ganarte.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy engreída, aceptó la apuesta prontamente.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera.
El búho fue el responsable de señalizar los puntos de partida y de llegada. Y así empezó la carrera:
Astuta y muy confiada en sí misma, la liebre salió corriendo, y la tortuga se quedó atrás, tosiendo y envuelta en una nube de polvo.
Cuando empezó a andar, la liebre ya se había perdido de vista.
Sin importarle la ventaja que tenía la liebre sobre ella, la tortuga seguía su ritmo, sin parar.
La liebre, mientras tanto, confiando en que la tortuga tardaría mucho en alcanzarla, se detuvo a la mitad del camino ante un frondoso y verde árbol, y se puso a descansar antes de terminar la carrera.
Allí se quedó dormida, mientras la tortuga seguía caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
No se sabe cuánto tiempo la liebre se quedó dormida, pero cuando ella se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a tan solo tres pasos de la meta.
En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la meta y ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás.
También aprendió que el exceso de confianza y de vanidad, es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie.
Moralejas y aprendizajes:
1- La constancia puede ganar a la habilidad innata de algunas personas. Gran secreto para conseguir casi todo. Viendo que nos acercamos aunque sea poco a poco.
2- Valoremos a cada persona por sus capacidades. La liebre no tenía caparazón por ejemplo.
3- Si te dicen algo te lo puedes acabar creyendo aunque no sea cierto
4- Si te lanzan una apuesta de forma muy segura y que parezca fácil ganar desconfía
5- No te burles de los demás.
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undefined - 3: Los tres cerditos

3: Los tres cerditos

3: Los tres cerditos
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El Podcast en el que te traigo cuentos para niños y para todas edades con un pequeño análisis de su moraleja y algunos aprendizajes.
Hoy te traigo el cuento...
Los tres cerditos
Junto a sus papás, tres cerditos habían crecido alegremente en una cabaña del bosque.
Y como ya eran mayores, sus papás decidieron que era hora de que hicieran, cada uno, su propia casa.
Los tres cerditos se despidieron de sus papás, y fueron a ver cómo era el mundo.
El primer cerdito, el perezoso de la familia, decidió hacer una casa de paja.
En un minuto la choza estaba hecha.
Y entonces se echó a dormir.
El segundo cerdito, un glotón, prefirió hacer una cabaña de madera.
No tardó mucho en construirla.
Y luego se echó a comer manzanas.
El tercer cerdito, muy trabajador, optó por construirse una casa de ladrillos y cemento.
Tardaría más en construirla pero se sentiría más protegido.
Después de un día de mucho trabajo, la casa quedó preciosa.
Pero ya se empezaba a oír los aullidos del lobo en el bosque.
No tardó mucho para que el lobo se acercara a las casas de los tres cerditos.
Hambriento, el lobo se dirigió a la primera casa y dijo:
- ¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o soplaré y tu casa tiraré!.
Como el cerdito no la abrió, el lobo sopló con fuerza, y derrumbó la casa de paja.
El cerdito, temblando de miedo, salió corriendo y entró en la casa de madera de su hermano.
El lobo le siguió.
Y delante de la segunda casa, llamó a la puerta, y dijo:
- ¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o soplaré y tu casa tiraré!
Pero el segundo cerdito no la abrió y el lobo sopló y sopló, y la cabaña se fue por los aires.
Asustados, los dos cerditos corrieron y entraron en la casa de ladrillos de su hermano.
Pero, como el lobo estaba decidido a comérselos, llamó a la puerta y gritó:
- ¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta o soplaré y tu casa tiraré!
Y el cerdito trabajador le dijo:
- ¡Sopla lo que quieras, pero no la abriré!
Entonces el lobo sopló y sopló. Sopló con todas sus fuerzas, pero la casa no se movió.
La casa era muy fuerte y resistente.
El lobo se quedó casi sin aire.
Pero aunque el lobo estaba muy cansado, no desistía. Trajo una escalera, subió al tejado de la casa y se deslizó por el pasaje de la chimenea.
Estaba empeñado en entrar en la casa y comer a los tres cerditos como fuera.
Pero lo que él no sabía es que los cerditos pusieron al final de la chimenea, un caldero con agua hirviendo.
Y el lobo, al caerse por la chimenea acabó quemándose con el agua caliente. Dio un enorme grito y salió corriendo para nunca más volver.
Y así, los cerditos pudieron vivir tranquilamente.
Y tanto el perezoso como el glotón aprendieron que solo con el trabajo se consigue las cosas.
FIN
Aprendizajes y moraleja
1- A veces hay que dedicar más tiempo a las cosas para hacerlas mejor. Investiga, pregunta, mira cómo son las cosas que funcionan y te gustan para aprender.
2- A veces siendo vago te puedes dar sustos pero hay otras personas de las que aprovecharse. Si eres el que trabaja otros intentarán aprovecharse de ti. No está mal ayudarles pero enséñales y déjales que sigan su camino.
3- Está bien pensar en el futuro pero sin obsesionarse. Con un día de construcción fue suficiente.
4- Prevenir es curar. Te ayuda a vivir más tranquilo y mejor.
5- Tener ideas innovadoras es importante. La tercera casa de cemento no se caía con el viento pero el lobo podía entrar por la chimenea. Gracias a estar juntos los tres cerditos sacaron una buena idea. Tres piensan más que uno.
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undefined - 5: Zorrito y la trucha

5: Zorrito y la trucha

5: Zorrito y la trucha
Había una vez un pequeño zorro llamado Zorrito que vivía en el bosque junto con su familia.
Zorrito era muy travieso y siempre estaba buscando aventuras nuevas.
Un día, decidió explorar el bosque más allá de su hogar y se encontró con un río cristalino.
Zorrito se quedó mirando el río durante un rato, preguntándose qué habría al otro lado.
Entonces, sin pensarlo dos veces, comenzó a cruzar el río a nado.
A medida que se acercaba al otro lado, Zorrito comenzó a sentirse cansado y empezó a nadar más lento.
De repente, una trucha saltó del agua y le dijo: "¡Espérame, Zorrito! ¡Te ayudaré a cruzar el río!".
La trucha, que se llamaba Trudy, era muy amable y le ofreció a Zorrito subirse a su espalda para cruzar el río.
Zorrito aceptó agradecido y juntos cruzaron el río sin problemas.
Cuando llegaron al otro lado, Trudy le preguntó a Zorrito qué estaba buscando.
Zorrito le dijo que solo quería explorar y conocer más del bosque.
Trudy le sonrió y le dijo: "¡Qué divertido!
A mí también me encanta explorar. ¿Quieres que te muestre algunos de mis lugares favoritos del bosque?".
Zorrito aceptó encantado y Trudy le llevó a conocer lugares maravillosos que nunca había visto antes.
Juntos visitaron una cueva oculta, un árbol lleno de nidos de pájaros y una cascada escondida.
Zorrito se divertía mucho y le agradeció a Trudy por mostrarle todos esos lugares.
Cuando ya estaba anocheciendo, Trudy le dijo a Zorrito que era hora de volver a casa.
Zorrito se sintió un poco triste, pero estaba agradecido por todas las aventuras y experiencias nuevas que había tenido ese día.
Juntos, cruzaron de nuevo el río y regresaron al hogar de Zorrito.
Desde entonces, Zorrito y Trudy se volvieron grandes amigos y siempre se divertían explorando juntos el bosque.
Aprendieron que, a veces, las aventuras más divertidas y emocionantes surgen cuando menos lo esperamos y que siempre es importante ser agradecido por las cosas buenas que tenemos en la vida.
¿Qué otros aprendizajes puedes sacar tú de este cuento?
Por cierto, este posiblemente sea el primer cuento para niños generado por la inteligencia artificial de chatGPT y leído en un podcast.
¿Lo has notado? Dime qué te ha parecido en mi cuenta de Instagram https://instagram.com/borjagiron
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