
27: El cuento de las excusas
02/08/24 • 5 min
El Podcast en el que te traigo cuentos cortos para que los niños aprendan sobre finanzas, ventas, desarrollo personal, marketing y emprendimiento.
Debes poner mucha atención para aprender todo lo posible y poner en práctica lo aprendido hoy mismo.
Hoy te traigo el cuento de...
¿Estás preparado? ¿Estás preparada?
¡Comenzamos!
En un hermoso bosque vivían tres amigos: Tito el topo, Lola la liebre y Ben el búho. Cada uno tenía sueños y deseos, pero a veces solían decir cosas como "No puedo", "No tengo dinero" o "No tengo tiempo".
Un día, mientras caminaban por el bosque, Tito dijo con tristeza: "Me encantaría aprender a tocar la flauta, pero no sé cómo".
Lola se acercó y le dijo con entusiasmo: "¡Tito, no digas eso! En lugar de decir 'no puedo', podrías decir 'aún no sé cómo, pero puedo aprender'".
Tito se detuvo a pensar en eso y decidió darle una oportunidad a la flauta. Comenzó a practicar todos los días y, con el tiempo, se volvió un músico talentoso. Aprendió que decir "no puedo" era solo una excusa, y que podía superar cualquier desafío si se esforzaba lo suficiente.
Más adelante, Ben mencionó: "Me gustaría viajar a lugares lejanos, pero no tengo dinero para hacerlo". Lola le respondió: "Ben, en lugar de decir 'no tengo dinero', podrías decir 'puedo ahorrar dinero y planear un viaje con el tiempo'".
Ben decidió comenzar a ahorrar una pequeña cantidad de dinero cada semana. Con el tiempo, reunió lo suficiente para emprender su aventura. Aprendió que decir "no tengo dinero" era solo una forma de posponer lo que realmente quería hacer. Con determinación y paciencia, superó ese obstáculo.
Luego, mientras caminaban por el bosque, Lola dijo: "Me encantaría aprender a pintar, pero nunca tengo tiempo". Tito respondió: "Lola, en lugar de decir 'no tengo tiempo', podrías decir 'puedo encontrar tiempo si hago de la pintura una prioridad'".
Lola decidió dedicar un poco de tiempo cada día a su pasión por la pintura. Aprendió que decir "no tengo tiempo" era solo una forma de posponer lo que realmente quería hacer. Al hacer de la pintura una prioridad, descubrió una nueva fuente de alegría en su vida.
Así, en el bosque, los tres amigos aprendieron la valiosa lección de que las palabras que usamos importan. Aprendieron a dejar de usar excusas como "no puedo", "no tengo dinero" o "no tengo tiempo". En su lugar, adoptaron una mentalidad positiva que les permitió perseguir sus sueños y vivir la vida que deseaban. Vivieron más felices y satisfechos, sabiendo que las excusas no podían detenerlos.
¿Qué otros aprendizajes puedes sacar tú de este cuento?
Por cierto, este cuento para niños ha sido generado por la inteligencia artificial de chatGPT.
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Soy Borja Girón.
Un fuerte abrazo.
Te quiero.
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Un día, mientras caminaban por el bosque, Tito dijo con tristeza: "Me encantaría aprender a tocar la flauta, pero no sé cómo".
Lola se acercó y le dijo con entusiasmo: "¡Tito, no digas eso! En lugar de decir 'no puedo', podrías decir 'aún no sé cómo, pero puedo aprender'".
Tito se detuvo a pensar en eso y decidió darle una oportunidad a la flauta. Comenzó a practicar todos los días y, con el tiempo, se volvió un músico talentoso. Aprendió que decir "no puedo" era solo una excusa, y que podía superar cualquier desafío si se esforzaba lo suficiente.
Más adelante, Ben mencionó: "Me gustaría viajar a lugares lejanos, pero no tengo dinero para hacerlo". Lola le respondió: "Ben, en lugar de decir 'no tengo dinero', podrías decir 'puedo ahorrar dinero y planear un viaje con el tiempo'".
Ben decidió comenzar a ahorrar una pequeña cantidad de dinero cada semana. Con el tiempo, reunió lo suficiente para emprender su aventura. Aprendió que decir "no tengo dinero" era solo una forma de posponer lo que realmente quería hacer. Con determinación y paciencia, superó ese obstáculo.
Luego, mientras caminaban por el bosque, Lola dijo: "Me encantaría aprender a pintar, pero nunca tengo tiempo". Tito respondió: "Lola, en lugar de decir 'no tengo tiempo', podrías decir 'puedo encontrar tiempo si hago de la pintura una prioridad'".
Lola decidió dedicar un poco de tiempo cada día a su pasión por la pintura. Aprendió que decir "no tengo tiempo" era solo una forma de posponer lo que realmente quería hacer. Al hacer de la pintura una prioridad, descubrió una nueva fuente de alegría en su vida.
Así, en el bosque, los tres amigos aprendieron la valiosa lección de que las palabras que usamos importan. Aprendieron a dejar de usar excusas como "no puedo", "no tengo dinero" o "no tengo tiempo". En su lugar, adoptaron una mentalidad positiva que les permitió perseguir sus sueños y vivir la vida que deseaban. Vivieron más felices y satisfechos, sabiendo que las excusas no podían detenerlos.
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26: El cuento de las personas ricas
Bienvenido al Podcast “Cuentos con moraleja”.
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Había una vez una tranquila pradera habitada por animales de todos los tamaños y colores. En esta pradera, vivía un sabio búho llamado Oliver, que tenía una gran biblioteca llena de libros que hablaban sobre el dinero y la riqueza.
Un día, Oliver organizó una reunión en su biblioteca y reunió a sus amigos animales: Sammy el zorro, Emma la ardilla y Benny el conejo. Les explicó que quería enseñarles una lección importante sobre el dinero.
"Amigos míos", comenzó Oliver, "el dinero no es bueno ni malo por sí mismo. Es neutro, como una herramienta. Lo que importa es cómo lo usamos".
Sammy el zorro levantó una ceja y preguntó: "¿Qué quieres decir, Oliver?"
El sabio búho continuó: "Puedes usar el dinero para hacer el bien o el mal. Algunas personas ricas hacen cosas maravillosas con su dinero, como construir escuelas, hospitales y ayudar a quienes lo necesitan. Pero también hay quienes lo usan de manera egoísta y dañina".
Emma la ardilla asintió y dijo: "Entiendo, Oliver, pero a veces siento que la gente piensa que ser rico es malo".
Oliver sonrió y respondió: "No todos los ricos son malos, querida Emma. De hecho, muchos de ellos son personas muy generosas. La clave está en cómo eligen utilizar su riqueza".
Benny el conejo preguntó con curiosidad: "¿Puedes contarnos una historia sobre una persona rica y generosa, Oliver?"
El sabio búho asintió y comenzó a contarles la historia de Amanda, una rica empresaria que vivía en la ciudad vecina. Amanda era conocida por su generosidad. Donaba dinero para construir parques, ayudaba a los sin hogar y patrocinaba programas de educación para niños.
Un día, Amanda escuchó que la pradera donde vivían nuestros amigos animales estaba en peligro. Decidió intervenir y, con su dinero, compró la pradera para asegurarse de que siempre fuera un lugar seguro y feliz para los animales.
Los amigos animales se dieron cuenta de que Amanda no era mala por ser rica; al contrario, su riqueza le permitía hacer el bien en el mundo. Aprendieron que el dinero era una herramienta poderosa que, en manos de personas generosas como Amanda, podía marcar una gran diferencia.
Desde ese día, los animales de la pradera comprendieron que no debían juzgar a las personas por su riqueza, sino por cómo usaban su dinero para ayudar a los demás. Y todos vivieron felices, sabiendo que la riqueza podía ser un poderoso medio para hacer el bien en el mundo.
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28: El cuento de las mentiras
El cuento de las mentiras para niños.
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¡Comenzamos!
Había una vez en un bosque encantado un simpático ratoncito llamado Rafa. Rafa tenía un gran secreto. Un día, mientras jugaba con sus amigos, accidentalmente rompió el hermoso jarrón de la abuela coneja.
Rafa sintió miedo y vergüenza. No quería que sus amigos se enteraran de lo que había hecho. Entonces, decidió no decir la verdad y escondió los pedazos del jarrón roto debajo de una hoja.
Pero su conciencia no lo dejaba en paz. Por la noche, mientras miraba las estrellas, Rafa entendió que había cometido un error al no decir la verdad. Sabía que debía enfrentar las consecuencias de sus acciones y ser honesto.
Al día siguiente, Rafa reunió a sus amigos y les contó lo que había sucedido con el jarrón. Se disculpó sinceramente y les mostró los pedazos rotos que había escondido. Para su sorpresa, sus amigos no se enojaron, entendieron que todos cometemos errores.
La abuela coneja, al escuchar la honestidad de Rafa, le agradeció por contar la verdad y le dijo que todos cometían errores. Juntos, limpiaron el desorden y repararon el jarrón roto. Rafa se sintió aliviado y contento de haber sido honesto.
A partir de ese día, Rafa aprendió la importancia de decir la verdad y ser transparente, sin miedo a lo que dirían los demás. Descubrió que la honestidad lo hacía sentir seguro y en paz consigo mismo, y que sus amigos lo respetaban aún más por ello.
Y así, en el bosque encantado, Rafa y sus amigos vivieron felices, recordando siempre que la honestidad era la mejor elección, sin importar las circunstancias.
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