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Cuentos con moraleja - 1: El ratón de campo y el ratón de ciudad

1: El ratón de campo y el ratón de ciudad

11/19/22 • 7 min

Cuentos con moraleja
1: El ratón de campo y el ratón de ciudad
Bienvenido al Podcast “Cuentos con moraleja”.
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El Podcast en el que te traigo cuentos para niños y para todas edades con un pequeño análisis de su moraleja y algunos aprendizajes.
Hoy te traigo el cuento...
Ratón de campo y el ratón de ciudad
Érase una vez un ratón que vivía en una humilde madriguera en el campo. Allí, no le hacía falta nada. Tenía una cama de hojas, un cómodo sillón, y flores por todos los lados.
Cuando sentía hambre, el ratón buscaba frutas silvestres, frutos secos y setas, para comer. Además, el ratón tenía una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre los árboles, y por las tardes, se tumbaba a la sombra de algún árbol, para descansar, o simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz.
Un día, su primo ratón que vivía en la ciudad, vino a visitarle. El ratón de campo le invitó a comer sopa de hierbas. Pero al ratón de la ciudad, acostumbrado a comer comidas más refinadas, no le gustó.
Y además, no se habituó a la vida de campo. Decía que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la vida en la ciudad era más emocionante.
Acabó invitando a su primo a viajar con él a la ciudad para comprobar que allí se vive mejor. El ratón de campo no tenía muchas ganas de ir, pero acabó cediendo ante la insistencia del otro ratón.
Nada más llegar a la ciudad, el ratón de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa. El ajetreo de la gran ciudad le asustaba. Había peligros por todas partes.
Había ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba en el sótano de un gran hotel.
Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las paredes eran revestidas. Los armarios rebosaban de quesos, y otras cosas ricas.
En el techo colgaba un oloroso jamón. Cuando los dos ratones se disponían a darse un buen banquete, vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de la madriguera.
Los ratones huyeron disparados por un agujerillo. Mientras huía, el ratón de campo pensaba en el campo cuando, de repente, oyó gritos de una mujer que, con una escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con el palo, para matarle.
El ratón, más que asustado y hambriento, volvió a la madriguera, dijo adiós a su primo y decidió volver al campo lo antes que pudo.
Los dos se abrazaron y el ratón de campo emprendió el camino de vuelta.
Desde lejos el aroma de queso recién hecho, hizo que se le saltaran las lágrimas, pero eran lágrimas de alegría porque poco faltaba para llegar a su casita.
De vuelta a su casa el ratón de campo pensó que jamás cambiaría su paz por un montón de cosas materiales.
Moralejas:
1- En el campo se vive mejor que en la ciudad. No es del todo cierto.
2- No se necesitan muchas cosas materiales para ser feliz
3- A la gente no le gusta salir de su zona de confort
4- Te puedes acostumbrar a vivir bien en casi cualquier sitio
5- En el campo también hay peligros pero el ratón de campo los conocía y no les daba importancia, al igual que el ratón de ciudad
6- Cada persona vive en su propia mente
7- Hacer ejercicio, descansar y respirar aire puro te da salud de hierro
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Te espero en el próximo episodio.
No te olvides de suscribirte para no perderte los próximos episodios.
Soy Borja Girón.
Un fuerte abrazo.
Te quiero.
Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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1: El ratón de campo y el ratón de ciudad
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Hoy te traigo el cuento...
Ratón de campo y el ratón de ciudad
Érase una vez un ratón que vivía en una humilde madriguera en el campo. Allí, no le hacía falta nada. Tenía una cama de hojas, un cómodo sillón, y flores por todos los lados.
Cuando sentía hambre, el ratón buscaba frutas silvestres, frutos secos y setas, para comer. Además, el ratón tenía una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre los árboles, y por las tardes, se tumbaba a la sombra de algún árbol, para descansar, o simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz.
Un día, su primo ratón que vivía en la ciudad, vino a visitarle. El ratón de campo le invitó a comer sopa de hierbas. Pero al ratón de la ciudad, acostumbrado a comer comidas más refinadas, no le gustó.
Y además, no se habituó a la vida de campo. Decía que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la vida en la ciudad era más emocionante.
Acabó invitando a su primo a viajar con él a la ciudad para comprobar que allí se vive mejor. El ratón de campo no tenía muchas ganas de ir, pero acabó cediendo ante la insistencia del otro ratón.
Nada más llegar a la ciudad, el ratón de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa. El ajetreo de la gran ciudad le asustaba. Había peligros por todas partes.
Había ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba en el sótano de un gran hotel.
Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las paredes eran revestidas. Los armarios rebosaban de quesos, y otras cosas ricas.
En el techo colgaba un oloroso jamón. Cuando los dos ratones se disponían a darse un buen banquete, vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de la madriguera.
Los ratones huyeron disparados por un agujerillo. Mientras huía, el ratón de campo pensaba en el campo cuando, de repente, oyó gritos de una mujer que, con una escoba en la mano, intentaba darle en la cabeza con el palo, para matarle.
El ratón, más que asustado y hambriento, volvió a la madriguera, dijo adiós a su primo y decidió volver al campo lo antes que pudo.
Los dos se abrazaron y el ratón de campo emprendió el camino de vuelta.
Desde lejos el aroma de queso recién hecho, hizo que se le saltaran las lágrimas, pero eran lágrimas de alegría porque poco faltaba para llegar a su casita.
De vuelta a su casa el ratón de campo pensó que jamás cambiaría su paz por un montón de cosas materiales.
Moralejas:
1- En el campo se vive mejor que en la ciudad. No es del todo cierto.
2- No se necesitan muchas cosas materiales para ser feliz
3- A la gente no le gusta salir de su zona de confort
4- Te puedes acostumbrar a vivir bien en casi cualquier sitio
5- En el campo también hay peligros pero el ratón de campo los conocía y no les daba importancia, al igual que el ratón de ciudad
6- Cada persona vive en su propia mente
7- Hacer ejercicio, descansar y respirar aire puro te da salud de hierro
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undefined - 2: El patito feo

2: El patito feo

2: El patito feo
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Hoy te traigo el cuento...
El patito feo
En una hermosa mañana de verano, los huevos que había empollado la mamá Pata empezaban a romperse, uno a uno.
Los patitos fueron saliendo poquito a poco, llenando de felicidad a los papás y a sus amigos.
Estaban tan contentos que casi no se dieron cuenta de que un huevo, el más grande de todos, aún permanecía intacto.
Todos, incluso los patitos recién nacidos, concentraron su atención en el huevo para ver cuándo se rompería.
Al cabo de algunos minutos, el huevo empezó a moverse.
Pronto se pudo ver el pico, luego el cuerpo, y las patas del sonriente pato.
Era el más grande, y para sorpresa de todos, muy distinto de los demás.
Y como era diferente todos empezaron a llamarle el Patito Feo.
La mamá Pata, avergonzada por haber tenido un patito tan feo, le apartó con el ala mientras daba atención a los otros patitos.
El patito feo empezó a darse cuenta de que allí no le querían.
Y a medida que crecía, se creía aún más feo, y tenía que soportar las burlas de todos.
Entonces, en la mañana siguiente, muy temprano, el patito decidió irse de la granja.
Triste y solo, el patito siguió un camino por el bosque hasta llegar a otra granja.
Allí, una vieja granjera le recogió, le dio de comer y beber, y el patito creyó que había encontrado a alguien que le quería.
Pero, al cabo de algunos días se dio cuenta de que la vieja era mala y solo quería engordarle para transformarlo en un segundo plato. El patito salió corriendo como pudo de allí.
El invierno había llegado, y con él, el frío, el hambre y la persecución de los cazadores para el patito feo.
Lo pasó muy mal.
Pero sobrevivió hasta la llegada de la primavera.
Los días pasaron a ser más calurosos y llenos de colores.
Y el patito empezó a animarse otra vez.
Un día, al pasar por un estanque, vio las aves más hermosas que jamás había visto. ¡Eran cisnes!
Y eran elegantes, delicadas y se movían como verdaderas bailarinas, por el agua.
El patito, aún acomplejado por la figura y la torpeza que tenía, se acercó a una de ellas y le preguntó si podía bañarse también en el estanque.
Y uno de los cisnes le contestó:
- Pues, ¡claro que sí! Eres uno de los nuestros.
Y el patito feo dijo:
- ¿Cómo que soy uno de los vuestros? Yo soy feo y torpe, todo lo contrario de vosotros.
Vosotros sois elegantes y vuestras plumas brillan con los rayos del sol.
Y ellos le dijeron:
- Entonces, mira tu reflejo en el agua del estanque y verás cómo no te engañamos.
El patito se miró y lo que vio le dejó sin habla.
¡Había crecido y se había transformado en un precioso cisne!
Y en este momento, él supo que jamás había sido feo.
Él no era un pato sino un cisne.
Y así, el nuevo cisne se unió a los demás y vivió feliz para siempre.
FIN
Aprendizajes
1- Incluso las personas que más te quieren pueden rechazarte y no aceptar como eres por sus creencias limitantes
2- Las personas distintas asustan a la gente por que les hacen darse cuenta de que ellos no son especiales. Y quieren evitarlo a toda costa. La gente especial es la que cambia el mundo.
3- A veces las cosas no son lo que parecen como la idea del patito feo con la vieja granjera
4- Lo que dicen otros de ti te lo acabas creyendo aunque no sea cierto. Cuida también lo que dices de otros.
5- Eres lo que quieras ser. Si quieres creer que eres feo o tonto entonces lo serás. Si quieres creer que eres elegante y listo también lo serás. Y te comportarás como tal.
6- A veces hay que tomar decisiones difíciles e irte de donde no te sientes cómodo para buscar la felicidad
7- Con el tiempo, esfuerzo podemos ser mucho mejores
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