El excepcional José Colángelo

05/04/23 • 54 min

Músico de excepción, desde niño, su padre –que era bandoneonista-, lo emparentó con la música y aprendió a tocar este instrumento, pero con el tiempo, en el piano supo forjarse un destino dentro del Tango. Se destacó entre los mejores ejecutantes de nuestra música y hoy seguimos contando con su presencia y talento infinito. Tocó para muchos directores importantes, entre los que figuran los nombres de Piazzolla, Rovira, Marconi, Federico y Suárez Paz, aunque su consagración se dio con Troilo, a quien además admiraba y quería. Pichuco fue el que le dijo: “Pibe, usted toca con alegría, no deje que le roben el moño de comunión”. Acompañó a una lista interminable de cantantes famosos: Goyeneche, Marino, Fabián, Mauré, Berón, Florio, Bustos y la tana Rinaldi, entre otros, pasaron por sus maravillosas y armónicas teclas tangueras y sus composiciones exitosas.

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Aquellos tangos camperos

Cuánta verdad encierran las letras de estos Tangos, cuyas historias provienen de situaciones vividas por la gente noble del campo. Emotivas y entradoras piezas de compositores que combinaban acertadamente, dramas y manifestaciones de amor con genuinos aires campiranos. Gardel lo hizo con éxito y mucha frecuencia, a partir de ahí, muchos creadores musicales y cantantes hicieron suyos este tipo de temas, hasta convertirlos en parte esencial de un buen repertorio, con variedad, sentimiento y un aire distinto, que le dieron a nuestra música, otro sello de distinción. TANGO SENSEI, dedica este programa, a esas piezas únicas de nuestro acervo tanguero.

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Milongas y valses que peinan canas

Cuantas veces hemos oído las cadenciosas milongas, esas que nos hacen bailar solos con su ritmo porteño y definido. Los que dominan el baile, dicen que este ‘tango aligerado’, además de sus orígenes gauchescos, sentó sus raíces en nuestra música, desde los comienzos de agrupaciones cortas que, con flauta y guitarra hacían las delicias de los muchachos esquineros de aquella perfumada Buenos Aires. El caso de los valses fue algo distinto, porque siempre estuvieron ligados a festividades que iban desde los casorios, donde el papá bailaba con su hija, que era la novia estelar de la noche, hasta los cumpleaños de quince, homenajeando a la damita que alcanzaba esa edad de los sueños, ahí, donde pedían pista para bailar hasta los abuelos, siempre los giros del vals estaban presentes en los festejos más íntimos y en algún club de barrio que de forma permanente, reclamaban su presencia. En esta edición especial de TANGO SENSEI, recordamos las buenas milongas y los valsecitos que hicieron ‘mover las tabas’ a varias generaciones de rioplatenses.