
23 Relajación Guiada para dormir profundamente, sonido ambiente de Playa y Cuento El árbol triste
02/19/21 • 32 min
De este bonito cuento me quedo con esta frase: ” Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y, por fin, pudo escuchar su voz interior”
Así que si quieres encontrar un podcast que te ayude a relajarte y a descansar este es tu sitio. Piensa en este podcast como tu momento para desconectar del día y conectar contigo.
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EL ÁRBOL TRISTE
En un lugar y en un tiempo de los que no ha quedado constancia en parte alguna, había una vez un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín; todos estaban contentos. Bueno, todos, no... Había un árbol que, desde hacía ya un tiempo, se le veía profundamente triste. El pobre vivía sumido en un gravísimo problema: «No sabía quién era porque no daba ningún fruto».
—Lo que te falta es concentración —le decía el manzano—. Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?
—No lo escuches —le aconsejaba el rosal por su parte—. Es más sencillo tener rosas... ¿No ves qué bellas son?
Y el árbol, desesperado, intentaba llevar a cabo todo lo que le sugerían, pero como no lograba que naciese al menos un fruto o una flor en alguna de sus ramas, se sentía cada vez más confuso y más frustrado.
Un día, llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves, según dicen, y, al ver la desesperación del árbol, exclamó:
—No te preocupes. Tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución. Haz esto: No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas; sé tú mismo, conócete bien, y, para lograrlo, escucha tu voz interior.
Dicho esto, el búho desapareció con un rápido vuelo en la espesura del bosque.
«¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme bien...? ¿Escuchar mi voz interior...?», se preguntaba a cada momento el árbol, inmerso en una desesperación que parecía ir aumentando por momentos. De pronto, comprendió qué había querido decirte el búho.
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y, por fin, pudo escuchar su voz interior diciéndole: «Tú nunca darás manzanas, porque no eres un manzano; ni florecerás cada primavera, porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Darás cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje, leña al labrador... Ésa es tu misión: cúmplela.»
A partir de ese instante, el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo, y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado por la Madre Naturaleza. Así, pronto llenó el espacio que le correspondía del jardín y fue admirado y respetado por todos.
Y partir de entonces, todos los moradores de aquel jardín estuvieron muy contentos; todo en el jardín fue alegría y felicidad.
Preguntémonos: ¿cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos crecer? ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas? ¿Cuántos naranjos hay que no saben florecer? En la vida, todos tenemos una misión que cumplir, un espacio que llenar... No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir con los demás la maravillosa esencia de nuestro ser.
El trabajo de todos, es conocernos a nosotros mismos, solo así descubriremos quienes somos para poder compartir con los demás nuestra autentica esencia.
IG: @meditacionparadormir
www.meditacionparadormir.com
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EL ÁRBOL TRISTE
En un lugar y en un tiempo de los que no ha quedado constancia en parte alguna, había una vez un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín; todos estaban contentos. Bueno, todos, no... Había un árbol que, desde hacía ya un tiempo, se le veía profundamente triste. El pobre vivía sumido en un gravísimo problema: «No sabía quién era porque no daba ningún fruto».
—Lo que te falta es concentración —le decía el manzano—. Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?
—No lo escuches —le aconsejaba el rosal por su parte—. Es más sencillo tener rosas... ¿No ves qué bellas son?
Y el árbol, desesperado, intentaba llevar a cabo todo lo que le sugerían, pero como no lograba que naciese al menos un fruto o una flor en alguna de sus ramas, se sentía cada vez más confuso y más frustrado.
Un día, llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves, según dicen, y, al ver la desesperación del árbol, exclamó:
—No te preocupes. Tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución. Haz esto: No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas; sé tú mismo, conócete bien, y, para lograrlo, escucha tu voz interior.
Dicho esto, el búho desapareció con un rápido vuelo en la espesura del bosque.
«¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme bien...? ¿Escuchar mi voz interior...?», se preguntaba a cada momento el árbol, inmerso en una desesperación que parecía ir aumentando por momentos. De pronto, comprendió qué había querido decirte el búho.
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y, por fin, pudo escuchar su voz interior diciéndole: «Tú nunca darás manzanas, porque no eres un manzano; ni florecerás cada primavera, porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Darás cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje, leña al labrador... Ésa es tu misión: cúmplela.»
A partir de ese instante, el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo, y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado por la Madre Naturaleza. Así, pronto llenó el espacio que le correspondía del jardín y fue admirado y respetado por todos.
Y partir de entonces, todos los moradores de aquel jardín estuvieron muy contentos; todo en el jardín fue alegría y felicidad.
Preguntémonos: ¿cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos crecer? ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas? ¿Cuántos naranjos hay que no saben florecer? En la vida, todos tenemos una misión que cumplir, un espacio que llenar... No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir con los demás la maravillosa esencia de nuestro ser.
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22. Meditación Guiada para Dormir Profundamente y audio cuento Pedro y el hilo mágico
Presentamos un nuevo audio de meditación guiada para dormir profundamente y un audio cuento para dormir mejor.
En este Audio incluye una meditación guiada para dormir que la hemos llamado:
Meditación: “Meditación guiada en el Refugio en la montaña” con sonidos naturales como el crepitar de la leña.
Y un audio cuento: Pedro y el hilo mágico
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Meditación y Audio cuento: Pedro y el hilo mágico
El cuento que hoy quiero compartir contigo, nos hace valorar el presente, el aquí y el ahora. Es parte de un fragmento que está recogido en el libro “El Monje que vendió su Ferrari”, que si no lo has leído, te recomiendo a que lo hagas.
Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus maestros. Pero tenía una debilidad. – ¿Cuál?
Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando estaba jugando, soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana. Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda. Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro.
La anciana le dijo: “Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días” Pedro estaba muy excitado por este descubrimiento. “¿Podría quedarme la pelota?”, preguntó. La anciana se la entregó.
Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.
De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero él seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios.
Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.
Pedro se puso muy...
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24. Relajación Guiada para dormir profundamente y Cuento Zen El valor de las cosas
Nuevo audio de relajación guiada para dormir profundamente, en este episodio encontrarás el ejercicio de relajación del 3 al 1, es para entrar en un nivel más profundo y para que te sientas más relajad@, espero de corazón que te ayude a relajar y a dormir profundamente, además incluye como es habitual un audio cuento: El valor de las cosas
De esta fábula budista me quedo con esta frase para reflexionar: Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única y como tal, solo puede valorarte verdaderamente un experto.
En muchas ocasiones escucharás comentarios o cosas feas sobre ti, pero no dejes que te afecten, recuerda esta bonita fábula, esas personas no conocen realmente tu valor, al igual que las personas del mercado de esta fábula, no sabían valorar el anillo. Rodéate de esas personas que sí saben valorarte.
El valor de las cosas
―Maestro, vengo porque me siento muy poca cosa. La gente me dice que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. Parece que a nadie le importo, que los demás no me aprecian ¿Cómo puedo cambiar? ¿Qué puedo hacer para que los demás me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
—Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, primero debo resolver mi propio problema. Quizás después... —y tras una pausa agregó—. Pero si quieres echarme una mano, podría resolver el tema que me preocupa con más rapidez y después, tal vez, podría ayudarte a ti.
—Encantado, maestro —respondió el muchacho, pero sintió que otra vez era despreciado y sus necesidades postergadas.
—Bien —asintió el maestro.
A continuación, se quitó un pequeño anillo que llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda y se lo dio al muchacho.
—Me urge vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario obtener la mayor suma posible, pero no aceptes por él menos de una moneda de oro. Monta el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Vete ya y regresa con la moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a todos los mercaderes. Estos lo miraban con cierto interés, hasta que el joven decía lo que pretendía obtener por el anillo. Cuando mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban la espalda y otros se indignaban.
Solo un viejecito fue amable con él y se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era demasiado para entregarla a cambio de un anillo tan pequeño, pero que, por ayudarlo, él le ofrecía una moneda de plata y un cacharro de cobre. El joven, que tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, le dio las gracias, pero rechazó la oferta.
Después de ofrecer inútilmente su joya a toda persona con la que se cruzó en el mercado —más de cien— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
—Maestro —dijo— lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
—Qué importante lo que dijiste, joven amigo —contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te daría por él. Pero te ofrezca lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero miró detenidamente el anillo, lo examinó con su lupa, lo pesó y luego dijo:
—Dile a tu maestro que, si lo quiere vender ya, solo puedo darle cincuenta y ocho monedas de oro.
—¡¿Cincuenta y ocho monedas de oro?! —exclamó el joven.
—Sí, lo siento —replicó el joyero—. Seguro que con...
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